lunes, 26 de enero de 2015

Huevos a la flamenca



Vuelvo a mi blog del que he estado un periodo alejada, básicamente por falta de tiempo material, que ser madre por partida doble y trabajar ocupa las 40 horas del día, porque se trata de eso, de hacer que tus días dupliquen sus horas. Pero que no me quejo, que eso también es disfrutarlo. Sólo que tenía unas ganas inmensas de volver al Plato de loza.

Y lo hago con un plato cuyo ingrediente principal no interviene en el proceso de elaboración, porque… si de algo no podemos prescindir en unos Huevos a la Flamenca es del pan. En grandes cantidades para mojar, jeje.

Los huevos a la flamenca son uno de esos platos de toda la vida, de las casas de las madres y las abuelas y que probamos desde bien pequeños porque gustan tanto a los mayores como a los niños y porque preparados con ingredientes naturales el resultado es espectacular y bastante económico.

Es un plato de familia y de domingo aunque volver del cole o del trabajo y que te esperen unos Huevos a la flamenca te alegra el día ¿o no?

¿Nos animamos?

Pues a por el mandil y los cuchillos. 

Empezamos poniendo un buen puñado de guisantes a cocer. Serán unos diez minutos si son guisantes congelados y unos veinte si son guisantes frescos.

Picamos muy finita una cebolla y la pochamos durante diez minutos a fuego muy lento para que casi se confite y vaya impregnando al aceite todo su sabor.


Cuando esté pochadita le añadimos un par de dientes de ajo cortados en rodajitas y seguimos sofriendo unos minutos.


Cortamos el chorizo en trocitos. Medio chorizo o un chorizo entero, al gusto de los comensales. Si el chorizo es muy fuerte le añadimos menos, si es más suave le añadimos más… lo dicho, al gusto de los comensales. 


Le damos unas vueltas al sofrito y añadimos un poco de pimentón, damos unas vueltas más y rápidamente añadimos los tomates que previamente habremos rallado o triturado. A mi me gusta quitarles le piel porque me resulta muy indigesta e incomoda a la hora de comer y además la salsa queda mucho más fina. Pero hay quien dice que así le quitamos bastante alimento y vitaminas. Así que volvemos a insistir, para gustos los colores.




Cuando añadimos los tomates le echaremos una cucharadita de azúcar para evitar que la salsa quede muy ácida. Cuando llevemos unos cinco minutos probaremos de sal y rectificaremos. Antes no, porque el chorizo tiene que darle el sabor al tomate y corremos el riesgo de que nos quede demasiado sabroso.

Nos queda un paso más que podemos hacer mientras se hace el tomate. Pelamos unas patatas, las cortamos a cuadritos y las freímos.


Llega el momento de montar el plato. Lo suyo es servirlo en unas cazuelas individuales de barro que sean compatibles con el horno. Hacemos en ellas una cama con las salsa de tomate y añadimos los guisantes.


Le cascamos un huevo encima por persona y lo metemos en el horno precalentado a 200º y lo dejamos unos minutos hasta que se haga el huevo. Si se prefiere, el huevo se puede freír en vez de cocinarlo al horno o si no se quiere la yema tan cuajada separaremos la clara de las yemas y añadiremos la yema unos cinco minutos después de las claras y retiraremos el plato antes de se cuaje.

Finalmente, cuando sacamos cada cazuela del horno adornamos con unas lonchas de jamón serrano que es lo que termina de hacer redondo este plato.

Ahora sí, vamos por el pan que lo vamos a necesitar.