lunes, 28 de octubre de 2013

Pollo a la canela




Pero que "apañao" es un pollo para una familia. 

¿No lo habéis pensado nunca? Pues yo sí. Se puede hacer de mil formas, a cual más sabrosa, es económico, no es demasiado graso, combina con una multitud de ingredientes, gusta a los mayores y también a los peques y además, se puede dividir en muchas partes y cocinar cada una de ellas como mejor nos plazca.

Tanto es así, que en este blog de comida casera, con esta entrada, ya van cuatro las que he dedicado al pobre pollo que, normalmente, termina dentro de mi cazuela de una a tres veces por semana. ¿Tendría que haber llamado al blog mil maneras de cocinar un pollo? Pues casi, porque ya os digo que tengo muchas recetas más en el tintero. En casa gusta y como digo es fácil y rápido de cocinar.

Además, esta es la "semana fantástica" del pollo en casa porque fuimos a la plaza el sábado para surtir la despensa y no llevábamos muchas ideas establecidas sobre lo que íbamos a preparar durante la semana. Así que como la primera parada fue en la recova, allí se nos ocurrieron unos cuantos menús y eso es lo que tenemos planificado.

Por cierto, como no tenía muy clara la definición de recova, la he buscado en el diccionario y esto es lo que especifica Compra de huevos, gallinas y otras cosas semejantes, que se hace por los lugares para revenderlas. II Lugar público en que se venden las gallinas y demás aves domésticas. II Amér. del S. Mercado de comestibles. Pues eso, ya hoy he aprendido una cosa nueva.


A lo que vamos, una de las ideas ha sido este pollo a la canela. Me encanta cocinarlo por los olores con los que llena mi casa. Es muy, muy aromático y los sabores evocan un poco esa cocina andalusí. Yo creo que su origen debe estar en Granada por aquello de la mezcla árabe. Probadlo, es sencillo de hacer y ya os digo, se consigue un sabor muy delicado.







Los ingredientes que yo os recomiendo son:

  • Pollo. Yo he utilizado la mitad aproximadamente de un pollo que pedí que me cortaran en trozos para guiso.
  • Cebolla. Le eché la mitad de una cebolla fresca picadita.
  • 5 dientes de ajos con piel machacados previamiente.
  • Vino blanco, un chorro no muy grande.
  • Unas hebras de azafrán. 
  • Laurel.
  • Una rama de canela. (Para dar más sabor yo suelo incorporar también un poco de canela molida).
  • Caldo de pollo.
¿Todo preparado? Pues en marcha.



Picamos la cebolla muy fina y la pochamos unos minutos junto a las hebras de azafrán con un chorrito de aceite de oliva. Mientras limpiamos un poco el pollo. Sobre la piel del pollo hay de todo, a quién le gusta y quién la aborrece. Mi opinión personal es que para el asado va bien pues queda crujiente y está buena, pero en los guisos yo prefiero quitarla porque queda reblandecida y no es de mi gusto. Hay presas, como las alitas, a las que es difícil de eliminar y la mayoría de las veces la dejo, pero en el resto va fuera.



Cuando tenemos el pollo limpio, lo agregamos a la cazuela junto a los ajos y el laurel. Removemos unos minutos hasta que se dore de manera uniforme e incorporamos el vino. Dejamos que éste reduzca unos minutos.

Finalmente, incorporamos la canela y el caldo hasta que casi cubra el pollo y bajamos el fuego a la mitad. Tapamos el guiso con la tapadera y dejamos cocer, removiendo de vez en cuando, durante una media hora larguita. Antes de sacar del fuego, probamos como está de sal (si es que no habéis probado antes, que ya os digo que el aroma que desprende invita a ello) y rectificamos.



Pues... Voila! Bon appetit. 

A este guiso de pollo le acompañan perfectamente unas patatitas. En casa lo preparo de vez en cuando, pero siempre que pregunto si apetece todos me dicen que sí... por algo debe ser.





jueves, 24 de octubre de 2013

Alitas de pollo a la "tata" Juana



A esta receta que os voy a explicar le tengo un cariño especial por su procedencia. ¿No tenéis a alguien en vuestra vida que es sin duda de vuestra familia sin que en realidad haya lazos de sangre? Pues en mi caso, la lista la encabeza la persona que nos enseñó este plato. La tata Juana. En Nochebuena es la primera persona a la que me acerco a felicitar.

¡Y no os imagináis que cocinera! Por seguir con el tema, la mesa de nochebuena no puede ser más apetitosa. De sobresaliente su rape alangostado, el roast beef, el foie-grass o la cabeza de cerdo casera. Los calamares rellenos es otra de las especialidades que algún día subiré a este blog. Todo exquisito. Sus platos forman parte de los primeros recuerdos de mi infancia, como la ensalada de patatas que me hacía los domingos, cuando mis padres me llevaban de visita. En fin, es empezar y no parar, el cochinito, la caldereta...

Y estas alitas que sorprenden por su sabor y por su simplicidad. Un plato muy fácil de hacer, económico (a nosotros hoy nos salió por unos tres euros) y ligero. Probadlo en casa, ya veréis que se repite.

Y lo que digo, apenas unos cuantos ingredientes básicos:


  • Un kilo aproximadamente de alitas de pollo.
  • Cinco dientes de ajo.
  • Perejil.
  • Vino, insisto en que el fino o la manzanilla dan un sabor especial a las comidas. Aproximadamente yo le hecho un vaso de los de agua.
  • Pimentón dulce de la Vera.
  • Mantequilla, nosotros utilizamos la mantequilla vegetal que puede comer la peque por su alergia a los lácteos.
Veréis que sencillo.

Precalentamos el horno a 200 grados. La fuente que vamos a utilizar para meter en el horno la engrasamos con mantequilla y ponemos las alitas dentro. Rociamos con el ajo muy picadillo, con perejil muy picado también y con pimentón. Le echamos sal o una pastilla de caldo de pollo y, finalmente, agregamos un buen chorro de vino. No le vamos a echar agua así que el caldito será la reducción de vino. Por eso cuanto más echemos, más salsa tendremos, aunque no hay que pasarse porque podemos arruinar el plato.




Metemos en el horno unos cincuenta minutos hasta que veamos el pollo doradito y con la piel crujiente. Eso sí, le vamos dando la vuelta a las alitas de vez en cuando para que se hagan de una manera uniforme.

Pues ya esta. Más fácil imposible pero... ¡hay que probarlo! ¿las acompañamos con unas patatas fritas?












lunes, 21 de octubre de 2013

Carrilleras de cerdo en salsa de zanahorias

Lo que peor llevo de cocinar carne en salsa es elegir el tipo de carne porque, a ver, yo soy de comprar en la plaza de abastos de toda la vida, y allí una va a la carnicería y pide al carnicero de confianza "deme usted un trozo de ternera o cerdo para guiso" y te vas a casa sabiendo que la cosa va a funcionar. Sin embargo cuando vamos a un super, el autoservicio es lo que tiene, y no siempre acertamos. A veces la carne tiene demasiado nervio, otras está correosa, o cuesta masticarla o no tiene mucho sabor. 

Ni siquiera le echo toda la culpa a la carne, que también influye la mano que entra en el fogón. Controlar los tiempos y coordinarlos con el resto de los ingredientes tiene su aquel. 

También hay que tener ojo a la hora de elegir la pieza. En el cerdo, por ejemplo, que se estila más en la zona donde vivimos. Si buscas cerdo ibérico de la sierra de Huelva es seguro que no te vas a equivocar, el sabor es espectacular. Aunque también es cierto que es más graso y a veces, en determinados guisos puede llegar a empalagar o hartar. El cerdo blanco es más difícil de elegir porque su carne a menudo está más dura y más insulsa. 

Pues bien, todo esto viene a que ninguno de estos riesgos se corren con la carrillera. Creo que por eso está tan "de moda" en los últimos años. Es una carne magra, con mucho sabor, fácil de cocinar, que combina bien en muchos tipos de guisos y que alegra el paladar con un sabor delicado y una textura sabrosa que se deshace en la boca. A mi me gusta y se me nota. 

Pues bien, aunque de vez en cuando experimento recetas nuevas (ya digo que es un ingrediente que se presta mucho a ello), la carrillera en salsa de zanahorias es un habitual de nuestro menú. 

Hagamos las presentaciones antes de empezar con su elaboración:


¿Os habéis fijado? La carne es tan magra que no hace falta cortarla en trozos pequeños para que se haga mejor. Yo guiso las piezas enteras y quedan de verdad exquisitas.

Hala, pues a hacer la lista:
  • Carrileras (un kilo aproximadamente)
  • Cebolla, si habéis visto mis recetas anteriores, sabréis ya por las fotos que tengo preferencia por la cebolla fresca. Personalmente, me gusta más su sabor y suelo cocinar con ella.
  • Ajo, siete u ocho dientes machacados sin pelar.
  • Un pimiento.
  • Dos tomates rallados o cortados en trozos muy pequeños. Ya os explique que yo suelo rallarlos porque se incorporan muy bien a la salsa, a la que aportan textura además de sabor.
  • Dos o tres zanahorias cortadas en láminas.
  • Vino blanco. ¿Habéis probado a cocinar con fino o manzanilla? Lo dejo como sugerencia.
  • Pimienta en grano, 5 ó 6 o más si son de vuestro gusto.
  • Tomillo.
  • Una pimienta de cayena, ya sabéis que me gusta darle un toque mínimo picante pero se puede suprimir.
  • Una hoja de laurel.
  • Caldo de carne.
  • Aceite de oliva.
¿Lo tenemos todo? Pues a la cocina.

Como en la mayoría de los guisos de carne, empezamos con un sofrito al que incorporamos la cebolla y los pimientos muy picaditos, además de la zanahoria. Yo también suelo echar aquí las pimientas en grano y la cayena para que vayan soltando el sabor desde el principio.


Cuando estos ingredientes ya están pochaditos es la hora de la carne, que la marcamos unos minutos sin dejar de remover. Normalmente las carrileras vienen bastante limpias y, si tienen grasa, suele ser en la superficie. Lo comprobamos y si la tienen se la quitamos con un cuchillo.


Una vez que la carne coge color de una manera uniforme, le echo los tomates rallados y los ajos machacados un poco sin quitarles la piel. Removemos unos minutos para que el tomate sofría junto a la carne y el resto de las verduras. Ahora además es el momento de incorporar el tomillo (si es fresco mejor) y el laurel. El tomillo es la hierba que a mí me gusta más para la carne, pero podéis escoger otras que sean más de vuestro gusto, incluso echar además algo de hierbas provenzales, que ya incluye tomillo y que casan bastante bien con este guiso.


Va cogiendo forma y empieza a oler la cocina. Ya queda poco. Ahora le toca el turno al vino. Necesitaremos un buen chorro, aproximadamente medio vaso o un poco más, dependiendo también de lo fuerte que sea el vino. Dejamos reducir unos minutos e incorporamos el caldo de carne.

Cuando empiece a hervir tapamos la olla y dejamos cocer hasta que la carne está blandita. A mi me gusta hacerla a fuego lento (en la posición 4 ó 5 de la vitro) porque queda más jugosa. Con esta temperatura tarda aproximadamente una hora en hacerse. El resultado ya lo visteis y si os animáis a probarlo os gustará. Eso espero al menos.




Si freímos unas patatas panaderas y las incluímos en el plato el acompañamiento es perfecto. Y ahora llega el momento de contar otro secretillo. En esta ocasión, en casa calculamos regular las cantidades y salieron carrileras para ración y media. Es decir, un día comimos las carrileras y sobraron pero no las suficientes para almorzarlas otro día.

Pues bien, preparé un arroz blanco y cuando estaba cocido lo incorporé al guiso de carne. No apostaba mucho por el resultado, la verdad, porque el arroz al no haber cocido con el caldo de carne creí que saldría insulso... Pues no, con un par de vueltas que le dimos con las carrileras absorbió todo el sabor y quedamos sorprendidos de verdad de lo bueno que quedó el plato.

Así que si echamos un poco más de carne, genial, tenemos dos platos de lujo para la semana. Carrilleras guisadas con zanahoria y arroz con carrilleras.






viernes, 18 de octubre de 2013

Sandwich de pollo



Lo de las cenas es un capítulo aparte, al menos en casa.

A menudo ves libros, blogs, etc y todo entra por los ojos. Dices que bueno tiene que estar esto, aquello lo podría intentar, sería buena idea probar lo otro... al final, acabas siempre cenando lo mismo. Y es que cuando va llegando la noche ya estamos cansados de una larga jornada y ponerte a experimentar pues... como que no.

En fin, te dices a ti misma "ve inventando, que hoy toca algo que se haga en cinco minutos y no ensucie mucho". Las cenas elaboradas son para los fines de semana que una está más relajada.

Además, cuando hay peques la cosa se complica porque tienes que tirar de "la organización" y del cuadrante de horarios para sincronizar baños, cenas y rutinas para dormirlos. Una cena que sea un poco más allá hay que planificarla estratégicamente de antemano.  Pero en cinco minutos y tras un breve "bicheo" por el frigorífico, conseguimos de vez en cuando alguna cosa "digna" que el paladar agradece.

Es el caso de este sandwich de pollo. Fácil, rápido, vistoso y buenísimo.

Vamos al frigorífico:
  • 1 ó 2 filetes de pechuga de pollo por sandwich, dependiendo del pan.
  • Rúcula, canónigo y espinacas. En los super venden bolsas con brotes verdes variados que quedan genial para este "bocata".
  • Tomate, un par de rodajas o tres.
  • Pan de sandwich, el que hemos utilizado nosotros es del mercadona y los llaman panecillos rústicos. Están muy buenos.
  • Mayonesa y mostaza antigua. Cuidado con la mostaza antigua que es fuerte. La casa Maille comercializa una dijonnaise (mostaza más mayonesa) que le va genial y que no es tan fuerte.
  • Sal y pimienta.

Pues, como he dicho, la preparación es sencilla. Así, que ya voy terminando esta entrada, jeje. 

Pasamos los filetes de pollo salpimentados a la plancha. Abrimos el pan y untamos la mayonesa y le echamos un poco de mostaza (o, en su caso, untamos directamente la dijonnaise). Colocamos los filetes de pollo y sobre ellos el tomate y los brotes. Y ya. Una cena rápida pero muy buena.


martes, 15 de octubre de 2013

Bacalao al falso pil pil con pimientos del piquillo rellenos de queso de tetilla

En la anterior entrada me comprometí a ser honesta y "dar al César lo que es del César". Es decir, me comprometo a revelar mis fuentes y publicitarlas como es debido. Para ello mi sección "Libros y otras musas". En este caso e inaugurando esa sección, una recomendación del libro Julius, 22 minutos, que tantas recetas ha incorporado a la mesa de mi casa, entre otras, esta de bacalao al falso pil pil.

Detrás de este nombre largo y quizás pomposo, hay un plato exquisito y muy fácil de hacer, de sabor delicado y apariencia vistosa. Yo lo recomiendo para una comida de fin de semana (que una se esmera un poquito más), para una cena o almuerzo especial de pareja, para un evento (ponlo en Navidad y tus comensales quedarán satisfechos) o simplemente para un día de esos que apetece mojar pan en una salsa deliciosa porque este plato a falta de una, trae dos.

Mirad que pinta:



Pues a Julius en la foto del libro, mucho mejor :)

¿Nos decidimos por este plato? Pues al super.

Los ingredientes que necesitaremos son:

  • Filetes de bacalao. Para este plato yo los compro congelados y sin salar. Uno o dos por comensal.
  • Ajo.
  • Aceite.
  • Guindilla.
  • Queso de tetilla gallego. Medio queso más o menos dan para rellenar ocho o nueve pimientos y el otro medio cortado a cuadritos con pan está buenísimo para cenar o como aperitivo.
  • Uno o dos puerros.
  • Nata.
  • Pimienta.
  • Pimientos del piquillo (unos ocho para rellenar y unos cinco o seis para la salsa de pimientos).
  • Caldo de verduras.
  • Cebolla.

¿Tenemos puesto el delantal?

El proceso de elaboración de este plato tiene tres partes diferenciadas: el relleno de los pimientos del piquillo, la salsa de pimientos del piquillo y el bacalao al falso pil pil. Para hacer el bacalao doramos los ajos en láminas en un poco de aceite junto a la cayena y luego reservamos y es mejor enfriar el aceite para preparar el pil pil, así que esto es lo primero que yo hago y luego paso a hacer las otras dos partes de manera que nos de tiempo a enfriar el aceite.


1. PIMIENTOS DEL PIQUILLO RELLENOS DE QUESO DE TETILLA.

Para hacer el relleno picamos los puerros muy finos y sofreímos en una sartén con un poco de aceite.


Cortamos mientras el queso de tetilla en trozos pequeños y lo incorporamos a la sartén bajando el fuego para evitar que el queso se queme antes de derretirse. Le echamos un chorrito de nata y pimienta y tendremos el relleno listo cuando el queso se haya derretido. Esperamos unos minutos y con este preparado rellenamos los pimientos.


2. SALSA DE PIMIENTOS DEL PIQUILLO

Cortamos en tiras la cebolla y la rehogamos en una sartén con aceite. Mientras, cortamos los pimientos del piquillo en tiras y, cuando las cebollas estén pochaditas, los incorporamos a la sartén. Los dejamos unos minutos para que rehoguen y den sabor a la salsa.




Incorporamos ahora el caldo de verduras y dejamos que reduzca. La salsa quedará más consistente cuanto más reduzca pero también más escasa. La cantidad de caldo que echemos debe cubrir apenas el preparado para que cueza sólo unos minutos, tiempo suficiente.
Cuando tengamos una cantidad de líquido aproximada como en la imagen siguiente, apagamos el fuego y con mucho cuidado de no quemarnos vertemos en el recipiente de la batidora. 
Batimos y rectificamos de sal. 



 3. BACALAO AL FALSO PIL PIL

Como ya he comentado antes, antes de hacer la salsa y los pimientos del piquillo rellenos, doramos en aceite de oliva unos ajos cortados en láminas junto a una o dos pimientas de cayena. Esto lo hacemos al principio con objeto de que el aceite se enfríe ya que, en caso contrario, arruinaríamos el pil pil (me ha pasado).

Ahora, con el aceite frío, es hora de ponerlo de nuevo al fuego, pero a una temperatura mínima. Mi vitrocerámica, por ejemplo, tiene 9 niveles de calor y yo lo pongo en el 3.

Introducimos los filetes de bacalao que hemos descongelado bajo el agua previamente. Los filetes deben colocarse boca abajo, es decir, con la piel hacia arriba. Comenzamos a remover en círculos para que el bacalao suelte todo el suero o la gelatina que conformará el pil pil. Mirad como cambia el aceite en pocos minutos.





 No debemos dejar de remover. Cuando llevemos unos 10 ó 12 minutos, le damos la vuelta a los filetes y mantenemos removiendo unos minutos más.

A la hora de servir, sacamos el bacalao y la salsa la emulsionamos un poco batiéndola a mano con unas varillas.

El emplatado queda muy bonito poniendo los pimientos rellenos en un lado del plato sobre una cama del pilpil y en el otro lado los filetes con un poco de salsa de pimientos del piquillo por encima. Ya os he comentado que las salsas están exquisitas, así que si os gusta mojar pan, no os cortéis al echarlas. Tampoco pasa nada si se mezclan ambas salsas porque el resultado es igualmente bueno.





De verdad que lo recomiendo para quedar bien si tenéis que preparar un evento o para dar una sorpresa a la pareja preparando una cena romántica.

Es una de las primeras recetas que hicimos del libro de Julius y, en mi casa, se ha convertido en uno de esos platos que repetimos frecuentemente porque nos gusta, y mucho, a todos y porque además es una buena excusa para comer sabroso y sano pescado.




Julius, 22 minutos



Como explico en la entradilla de mi blog, yo no soy cocinera pero me encanta la cocina. Mis recetas las obtengo de todas las fuentes imaginables. A veces, la familia y los amigos, otras ocasiones viene de intentar copiar platos que he probado en restaurantes o eventos, de internet, de blogs y a veces, pues ahí estamos, intento ser algo creativa y consigo con mi creatividad realizar cosas "comestibles" (también, hay veces que no, las cosas como son).

Pero tengo una especial predilección por los libros de cocina. En realidad, mi afición se extiende a los libros en general, pero como aquí hablamos de lo que hablamos... Me encanta entrar en las librerías y a veces resulta difícil sacarme de la sección de cocina. Los libros suponen una fuente inagotable de ideas, conocimientos y recetas. Y cuando encuentras una "joyita" que presenta platos sabrosos y asequibles la satisfacción es plena. Eso sí, detesto esos libros que presentan manjares exquisitos imposibles de realizar porque una no conoce los ingredientes o tiene que visitar por ejemplo Malasia para adquirirlos. Yo siempre he pensado que alomejor en las grandes capitales, Madrid o Barcelona, habrá tiendas especializadas, pero para los que somos de provincias ese mundo esta cerrado.

En mi blog, me propuse hacer un inventario de las recetas que más gustan en casa, pero quiero ser honesta y cuando salgan de algunos de mis libros de cocina, decirlo y hacer la reseña correspondiente. Creo que recomendar la receta y el libro es un pago justo por el buen rato que el autor me hizo pasar preparando y degustando el manjar correspondiente. Si algún cocinero o autor no está de acuerdo, pues que me lo diga y quitaré la entrada enseguida.

En fin, una vez explicada mi sección de Libros y otras musas, paso a presentar una de esas "joyitas" que tengo en la estantería de mi cocina. El libro, Julius, 22 minutos.

Quién, como yo, sea fan del televisivo canal Cocina (el del huevo frito, jeje) conocerá a este cocinero por su programa 22 minutos. En él, Julius propone un menú fácil y rápido para realizar en ese periodo de tiempo. Sus libros, que ya van por tres versiones, son una recopilación de las recetas más populares del programa.

Julius es un  joven cocinero mallorquín, versátil, simpático que estudió en la escuela de Carlos Arguiñano y cuya trayectoria incluye el trabajo con los maestros de cocina más reputados de la cocina vasca, antes de empezar su programa.

Yo tengo las dos primeras versiones y ambas, las recomiendo encarecidamente. La primera de ellas, la reseñada en esta entrada, tiene las siguientes secciones: tapas variadas y entrantes; cremas, sopas y legumbres; verduras y ensaladas; pastas y arroces; huevos; pescados y mariscos; aves; carnes y postres. Creo que en casa hemos hecho algún plato de todas las secciones, por eso la recomendación.

Desde aquí también hago un llamamiento por si algún familiar "cercano" tiene a bien regalarme el tercer libro del programa, que es el que me falta. No digo más, pero se vienen las navidades... jeje. (Para esto puede servir también mi blog, si me lo permitís ¿no?).

domingo, 13 de octubre de 2013

El puchero de mamá

Bienvenidos sean los guisos de invierno

Hoy amaneció nublado. Sigue haciendo algo de calor pero las temperaturas se han suavizado y, después de un verano muy largo, el estómago está impaciente por recibir los guisos propios del invierno. Lo propongo en casa y todos estamos de acuerdo.

Que sensación esa de llegar a mediodía de trabajar o de estudiar y sentir en la calle o en el portal el olor propio del puchero. A una se le hace la boca agua y sabe lo que quiere almorzar... Cuando es de la casa propia de donde provienen esos aromas, uno encuentra, además de un almuerzo contundente, un poco la sensación de hogar. Es la comida de casa por excelencia, en plato hondo de loza, un pucherito calentito.

¿A quién no le apetece en un día árido de frío?

Y lo mejor, es que excepto quizás por el aporte extra de grasas, en el puchero todo son ventajas. No es demasiado caro, es muy fácil de hacer y además nos da para cenar y para almorzar en dos o más ocasiones. Yo suelo hacer para dos días. No me gusta congelar la comida, maniática que es una, así que en la misma semana lo pongo dos días no consecutivos. Además, una noche cenamos sopita con caldito de puchero que a la peque le encanta. Y a veces croquetas, montaditos de pringá o en revuelto... Lo dicho, casero de toda la vida pero versátil como el que más. 

Otra de las peculiaridades del puchero es que en cada casa se hace de una forma distinta. Es como el gazpacho, o las migas... Cada pueblo, cada ciudad, cada persona lo adapta a sus posibilidades, disponibilidades o gustos. Este es el que hacía mi madre y el que hago yo ahora.

¿Qué incluimos en la lista de la compra?


  • Medio cuarto trasero de pollo.
  • Un trozo, alrededor de medio kilo, de jarrete o de aguja de ternera.
  • Un trozo de hueso de jamón sin salar y con bastante carne.
  • Un trozo de papada de cerdo. Yo lo prefiero a otro tipo de tocino porque suele ser bastante "veteado" y la carne que contiene es muy jugosa, aunque claro, muy grasa.
  • Garbanzos (puestos en remojo el día anterior).
  • 1 cebolla o un puerro.
  • Un pimiento.
  • Un tomate.
  • Una patata grande o dos pequeñas.
  • Dos o tres zanahorias (nos encantan, sobre todo a la peque y ella manda, jeje).
  • Fideos o arroz.
  • Hierbabuena.
  • Sal.
Alomejor echáis de menos el tocino salado o el espinazo que son bastante usuales para estas ollas, pero ya digo que cada cual adapta el puchero a sus gustos y en casa lo hacemos así.

Manos a la obra.

Yo lo hago en la olla exprés, que ahorra bastante tiempo  y la comida no pierde sus propiedades. De todas formas, si no tenemos prisa, sale exquisito haciéndolo poco a poco a fuego medio.


Lo primero los garbanzos. Los tenemos remojados del día anterior, así que los lavamos bien y los echamos en la olla con bastante agua. Hay que tener en cuenta que luego sacaremos caldo para la sopa así que yo no me corto y la lleno hasta arriba.
Junto a los garbanzos, echamos toda la carne - la ternera, el pollo, el jamón y el tocino de papada - y esperamos a que hierva.

Es importante acordarse de espumar antes de cerrar la olla express

Cuando empieza a hervir, el guiso crea una espuma en la capa superior del agua que dará mal sabor y mal aspecto al plato. Toca espumar. La quitamos con la espumadera y cerramos la olla. 
El tiempo de cocción depende de la olla y de los garbanzos. La mía es olla rápida, pero lo pongo en la posición uno ya que, a veces, la posición dos, aunque es más rápida, desmenuza los garbanzos en lugar de cocerlos. El tiempo que yo los dejo es 45 minutos y si cuando abro, los garbanzos están aún muy duros, los dejo un rato más.

Pues bien, ya tenemos los garbanzos prácticamente cocidos. Ya empieza a oler toda la casa. Es la hora de darle sabor con las verduras. Antes de eso, yo saco el pollo. Ya ha dejado todo su jugo en el caldo y manteniéndolo dentro sólo conseguiríamos que se deshiciese ya que tiene menos cocción que el resto de los ingredientes que hasta ahora hemos usado. 

Incorporamos una cebolla o un puerro (a elegir), las tres zanahorias a las que hemos raspado la piel, las patatas peladas (las patatas espesarán y blanquearán el caldo), un tomate en dos trozos grandes y un pimiento también cortado en dos o tres trozos grandes. En eso, soy también un poco "tiquismiquis" y no me gusta encontrar la verdura en el plato. Si los trozos son grandes resulta fácil quitarlos. Cierro la olla y dejo media hora más.

Hasta ahora no hemos sazonado el guiso y no ha sido por error. La pringá contiene ingredientes que ya dan sabor al caldo e incorporar más sal desde el principio sería un error. Cuando hemos terminado de cocer las verduras ya tenemos el pucherito listo, pero aún no nos lo podemos comer.

Yo normalmente lo hago la tarde anterior al día en que lo almorzaré. Sea así o si lo comemos en el momento, sacamos de la olla la cantidad que vayamos a consumir y la carne. Y en otra olla, hervimos y le incorporamos los fideos o el arroz, sazonamos y le echamos una o dos ramitas de hierbabuena que le da el sabor definitivo a puchero de casa.

Con fideos o con arroz y de segundo la carne del puchero

Con el caldo que hemos reservado para sopa podemos hacer cenas o primeros deliciosos. Para ello, sazonaremos el caldo y podemos, por ejemplo, echar fideos finos o, si lo preferimos, escalfarle un huevo, o también echar cuadraditos de jamón y trocitos de huevo duro. En todos los casos recomiendo darle el toque con hierbabuena fresca.

Sopa de fideos con caldito de puchero para cenar

La pringá o carne que sobre de la comida la podemos hacer también en croquetas, o desmenuzarla y hacer un revuelto, o desmenuzarla y crear "montaditos" de pringá, muy grasos, pero exquisitos y una vez al año nadie se entera.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Fajitas de pollo

¿Hace un almuerzo con aires mexicanos? A mi me gusta cocinarlo a menudo. Preparo las fajitas, el guacamole y lo acompañamos de cervecita de allí. La receta es el resultado de pruebas, ensayos y errores intentando copiar las que he probado en los restaurantes. El resultado final nos encanta y en mi casa las comemos a menudo. Una vez al mes más o menos.

¿Qué os parece el resultado?



El guacamole sale buenísimo si los aguacates están en su punto pero... eso lo vamos a dejar para otra receta. Aquí vamos paso a paso con las fajitas.

¿Qué vamos a necesitar?


Pongo las cantidades para unas dos personas aproximadamente (un par de fajitas para cada uno y siempre sobra un poco para el que se quede con hambre).

  • Unos cinco filetes de pollo.
  • Un tomate natural rallado.
  • Una cebolla.
  • Un pimiento verde grande o dos normalitos.
  • Sal.
  • Pimienta.
  • Pimienta de cayena.
  • Tabasco (rojo o verde).
  • Chile en polvo.
  • Queso rallado para fundir (mozarella, mezcla de tres quesos o mezcla tex mex).
  • Un paquete de tortitas mexicanas de las que venden en los supermercados (antes las preparaba yo misma, pero la verdad es que las precocinadas están buenas y ahorras tiempo. Queda pendiente su receta).

¿Cuántos habéis dejado de leer al ver los ingredientes picantes? A ver, esto como todo, depende de los gustos. Yo he puesto los tres ingredientes básicos que suelo combinar, pero si me paso con alguno pues no le echo del otro. Si quiero que esté muy picante le pongo dos pimientas de cayena en lugar de una o le pongo más tabasco. Esto es ir probando y cada uno a su gusto. En casa, las cosas como son, el pique nos gusta.
Para la peque, sin embargo, le preparo la versión "light" que no lleva ninguno de los tres porque hay que proteger su estómago. Pero bueno, tampoco le echo el queso porque es alérgica a la leche (en este blog iré subiendo o explicando muchas de las comidas o cambios que hago para adaptar la comida casera a su alergia).

¿Comenzamos?

Pues el primer paso es, como casi siempre, cortar la verdura. La cebolla y los pimientos lo cortamos en juliana o tiras y el tomate, para que quede luego como una salsita sin tropezones, a mi me gusta rallarlo. Los filetes de pollo también lo cortaremos en tiras finas o, si lo preferís, en taquitos.


Es hora de encender el fogón. En una sartén o olla amplia salteamos con un poco de aceite, el pimiento y la cebolla. A mi me gusta hacerlo en el wok porque el resultado final es más homogéneo. En este paso le echo también una o dos guindillas o pimientas de cayena.


Cuando estos ingredientes estén pochaditos es la hora del "prota", es decir, el pollo. Previamente lo salpimentamos y ahora lo salteamos un poco y le echamos el tomate y el resto del picante que hayamos elegido. La salsa de tabasco, verde o roja, le da un toque muy rico. En los super venden preparados para tacos o fajitas que suelen dar también muy buen sabor si los utilizamos en este momento.
Lo mantenemos al fuego hasta que el pollo esté doradito y la salsa haya reducido. Y ya.. casi listo.


Y ¿cómo lo servimos? Recién apartado del fuego lo vertemos en una fuente y le echamos el queso por encima, removiendo un poco. Se trata de que el queso se funda con el calor de las fajitas.

Luego en la mesa ponemos la fuente por un lado y las tortitas por otro y cada comensal se prepara sus fajitas echando el pollo en el centro y enrollándolas. A mi, además, me gusta echarle un poco de guacamole en el interior.

¿Os animais? Pues vale para el almuerzo o para una cena contundente y están exquisitas. Además... ¿a que son fáciles? ¡Pues en marcha que en unos 20 minutos lo tienes en tu mesa!